Según las creencias antigüas si una mujer embarazada veía la luna llena o un eclipse, el bebé podría salir con labio leporino.
Está creencia está fundamentada en las leyendas de la creación del sol y la Luna, donde los dioses nahuas Tecuciztécatl y Nanahuatzin compitieron saltando a una hoguera para ser el sol que iluminaría toda la tierra.
Ambos saltaron y se generaron dos soles pero como no podía haber dos soles, los dioses enviaron un conejo contra Tecuciztécalt para obscurecer su brillo y así surgió la luna.
El conejo de la luna puede robar parte del brillo de la mujer embarazada, como lo hizo con Tecuciztécalt. Ya que cuando una mujer está embarazada es más caliente y brillante de lo normal. Cuando surge un eclipse, se dice que la luna toma el brillo del sol. Es durante estos periodos, de eclipse o luna llena, cuando el conejo de la luna puede regresar y replicarse a sí mismo en aquellos seres humanos que pronto nacerán (haciendo que su rostro se parezca al de él mismo al nacer con los “labios comidos”, de ahí la palabra leporino).
En la actualidad se piensa que el uso de un seguro o de algún objeto metálico bajo la ropa protege a la mujer y al niño. Un alfiler, un prendedor, unos aretes, o anillos, o pulsera, que sea fierro, para que no se aproveche de ellos el eclipse o la luna llena.
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